Historia

La palabra alarde es árabe en su origen y, según su definición en lengua castellana, significa revista de armas; en efecto, las fuerzas o tropas estaban formadas por gentes del pueblo y así se designaba al acto de revisar su armamento. Para un mejor conocimiento de lo que significan los Alardes del País Vasco debemos partir de la organización militar provincial, ya que Euskal Herria contaba con la suya propia.

La decisión de que se hiciera el Alarde en Antzuola
Los pueblos que estaban bajo la jurisdicción de otro, debían realizar los alardes en aquellos pueblos. En el caso de Antzuola, en Bergara. Esta dependencia originó más de una disputa entre ellos. La primera que conocemos ocurrió en 1536. En ese año las Juntas Generales ordenaron que se realizara un alarde de la milicia y de las armas. El alcalde de Bergara quiso que se realizaran en su localidad, cosa que entraba dentro de la jurisprudencia vigente. Pero Antzuola se negó a acudir a Bergara.

Debido a este primer intento de lograr la independencia por parte de Antzuola, el Tribunal Supremo de Valladolid tomó este acuerdo el 28 de enero de 1539: “Debemos mandar e mandamos que cuando se hubiere de hacer alarde en la villa de Vergara y en la universidad de Anzuola, que los parroquianos de Anzuola hagan su alarde en la plaza de la dicha universidad. Y mandamos que el alcalde de la villa de Vergara y un escribano vayan a ver, hacer e tomar dicho alarde”

Día de la Independencia y Alarde
En los primeros años del siglo XVII Antzuola manifestó de nuevo un vivo deseo de separarse de Bergara. Pero este deseo no se originó de repente. Una de las principales razones para ello fue“los muy grandes e importantes pleitos que había entre las dos partes”

 Por tanto, el momento de la independencia de Antzuola fue en el siglo XVII. En ese momento, Felipe IV (1605-1665) era rey. España y su monarquía pasaban por una fuerte crisis económica, pues debido a las guerras por doquier, descendieron las entradas de metales preciosos de las Indias (América). Así consiguió Antzuola su independencia de Bergara el 12 de diciembre de 1629, tras realizar un donativo económico al rey:

“Y porque para las ocasiones de guerra que de presente se nos ofreçen en Italia y otras partes haveis ofreçido servirme con veinte y çinco ducados en plata doble por cada vezino de los de la dicha universidad y caserias, y demas de esto con quinientos ducados por una vez pagados a çiertos plaços, havemos tenido por bien por la presente de nuestro propio motu çierta çiençia y poderio real absoluto de que en esta parte queremos usar y usamos como rey y señor natural no rreconoçiente superior en lo temporal: sacamos, libramos y eximimos a vos la dicha universidad de Ançuola de la villa yjurisdiçion de Vergara”.

1915

Alarde de Antzuola, 1915.

Por todo ello, el rey Felipe IV decidió lo siguiente:

“Suplicamos que teniendo consideraçion desto fueremos servidor de exsimir, librar y sacar la dicha universidad de Ançuola con sus caserias de la jurisdiçion de la dicha villa de Vergara haçiendo la dicha universidad villa por si y sobre si o como la nuestra merçed fuese”.

De  todos modos lo que consiguió Antzuola no fue solo la carta puebla o carta de decisión del rey, sino que además consiguió el certificado de armas que correspondía a todos los pueblos.

La importancia de ese certificado de armas radica en que en él se recoge el mito  sobre la compañía de Antzuola, Valdejunquera, las banderas, los moros… si bien es cierto que con muchos errores relativos a la Historia. Por tanto, podemos afirmar que el texto original sobre el Moro y la batalla de Valdejunquera, que después en Antzuola se convirtió en una referencia tradicional, data del siglo XVIII, y fue cronista de armas Juan Alfonso Guerra y Sandoval el año de 1745.

Primer Alarde con la figura del Moro
La derrota de los carlistas en la II Guerra Carlista y la entrada en vigor de la Ley de 21 de julio de 1876 de Cánovas del Castillo supusieron la abolición definitivamente de los Fueros y la supresión de las diputaciones forales, pero las élites políticas vascas siguieron defendiéndolos, con lo que se generó en el País Vasco un clima de exaltación fuerista. Una parte de los vascos comenzó a reclamarlos e identificarlos como una parte esencial de su naturaleza y singularidad al tiempo que se ponía en marcha un plan de acciones concretas para divulgar el código y las claves de la identidad vasca, entre las que estaban la protección del patrimonio artístico e histórico, la recopilación de tradiciones, la realización y protección de monumentos conmemorativos y estatuas, la organización de exposiciones públicas, el descubrimiento de sus héroes, las fiestas euskaras y las conmemoraciones públicas.

1915

Certificado de Independencia

No obstante, aunque no tengamos fuentes documentadas sobre el efecto que tuvo este movimiento fuerista en el caso de Antzuola, pensamos que el Alarde de Antzuola pudiera ser una de estas celebraciones públicas organizada a partir de 1880 para rememorar, por una parte el aniversario de la épica batalla de Valdejunquera en la que supuestamente participó una compañía de antzuolarras y, por otra, los alardes suprimidos tras la derogación de los Fueros. Con todo ello se organizó una función con toda una parafernalia simbólica (capitán, moro, discurso, soldados, cañones, dantzaris, música….) de fácil comprensión para el pueblo y de carácter festivo, de la que se dejó constancia en el libro de actas de ayuntamiento así como del discurso pronunciado por el Capitán, para fijarlo y perpetuarse en la memoria colectiva. Como prueba de ello tenemos la descripción de uno de los primeros alardes, el celebrado el 28 de agosto de 1881, día de San Agustín:

“Se pague a Pedro Soriano por gratificación del discurso pronunciado en la plaza el día de San Agustín con motivo de la bandera y alarde de armas, 10 pesetas”.

Según este documento, podemos pensar que ese año ya se celebraba el Alarde como lo conocemos hoy en día, aunque no contemos con ninguna prueba más. Un año después, sin embargo, el 28 de agosto de 1881, también día de San Agustín, se celebró el primer Alarde con el Moro, como se hace actualmente, y se pidió que se levantara acta del evento con su descripción, y se archivara.Esta es la crónica del momento:

“Terminados… los oficios divinos de la tarde, a las tres de la tarde y a una señal convenida, por diferentes puntos entraron en la plaza 1º la cuadrilla de toreros, 2º la compañía del alarde de armas que formaban la compañia de soldados para el alarde al frente de su capitan Don Pedro Soriano, seguidos de dos piezas de artilleria con su correspondiente personal, y 3º la cuadrilla de danzantes, o sea de troqueo-danza y de la cinta. Su entrada en la plaza fue por distintos puntos, y saludándose mutuamente en medio de ella se retiraron a sus puestos, estando sorprendente acto que el público aplaudió mucho. La plaza estaba cerrada y los tendidos llenos de bote en bote, acudiendo mucha gente. La entrada fue de dos reales, escasamente para contribuir el gasto del cierre de la plaza, advirtiendo que toda la parte del pórtico estuvo libre y sin pago de su entrada, puesto que solo se buscaba colocación para la gente y no obtener beneficio alguno. Acto continuo la compañía recorre las calles con la bandera y de retorno en la calle hacen la táctica militar a las órdenes del capitán, y descargan sus armas y con estruendo grande los cañones, precediendo a la descarga el discurso que pronunció el capitán con su elocuente palabra reseñando el plausible objeto del alarde en memoria de aquellos soldados, nuestros antepasados que tanta gloria alcanzaron en Valde-junquera con su amor inquebrantable a la Santa religión y a la patria, obrando en contra de los Árabes y Moros que eran enemigos de nuestra independencia y de la religión. Para hacer mofa de aquello iba un soldado pintado de Moro y su turbante pisoteó la compañía. En seguida la corrida, lidiaron con mucho acierto… Terminada la corrida, amenizaron la función la cuadrilla de danzantes…”.

Toros en Anzuola, 28 de agosto de 1882.

Pero, lo más curioso era que para verlo se cerraba la plaza, y que quien quisiera hacerlo debía pagar dos reales. Y además,

“en la fachada de la casa consistorial y pórtico de la iglesia iluminaban 160 farolitos colocados simetricamente presentando un aspecto inmejorable. Se echó un globo que subió hasta perderse de vista. Se tiraron bombas aéreas y se quemaron bonitos fuegos artificiales, (1882an, badakigu izan zirela “dirigidos por un pirotécnico que expresamente se trajo de San Sebastián, ostentando uno de ellos las armas de la villa con la inscripción a los héroes de Valdejunquera"). Propios y extraños se admiraron de esta función que más no se puede pretender en un pueblo pequeño”.

Tras el Alarde y “en prueba del agradecimiento el municipio dio veinte pesetas a la cuadrilla de toreros para una merienda y diez pesetas a Don Pedro Soriano, y una ración de pan y vino a los soldados de la compañía”. Hoy en día, no se da dinero, pero sí un buen luch a todas las personas que participan. Y, aunque el viento no se llevara todo lo visto, dicho y hecho en esta celebración, esto es lo que se decidió:

“Se conserven en el archivo copia integra del discurso pronunciado por Soriano, un prospecto que anunciaba la corrida y lista de los que contribuyeron para la función para que en todo tiempo conste su filial amor al pueblo natal”.

Es de subrayar que ya entonces se bailaban las trokeo-dantzak o danzas de troqueo . Hoy, gracias al grupo Oinarin estas danzas de Gipuzkoa tan especiales, se interpretan en Antzuola con características propias.  Y, de esta manera, tras sucesivas transformaciones, el Alarde de Antzuola ha llegado hasta nosotros.